domingo, 4 de abril de 2010

La iluminación del Curraco.


Por miedo a ser un Curraco, el padre solo pensaba en Currar, lo hacia hasta que empezó a trabajar con chinos, ellos le cambiaron el nombre y realmente no le gusto mucho, y “el” se preguntaba que debo hacer para no ser uno de esos Curracos, su maestro le recomendó el sesshin , silencio, silencio le repetía constantemente, le azoto varias veces con el cayado, que pegaba realmente muy duro, cinco horas de zazen cada día le decía, sin poder liberarse de si mismo se retiro al templo y una voz le dijo:
“-Debe usted abandonar la idea que es nada ¡abandone sus pensamientos!”, “-La verdadera sabiduría es comprendernos a nosotros mismos.”
Allí mismo descanso en paz.

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