“Quizás esto le suene familiar. Su rival acaba de mover y usted comienza a calcular, comenzando por una jugada obvia. Por algún motivo, no le gustan las variantes que van aflorando y, aunque las repasa una y otra vez, comprobando cada jugada, no puede encontrar una línea satisfactoria. Así que, tras quince minutos, opta por otra jugada candidata. Una vez más, ninguna de las continuaciones le satisface. ¿Quizás era mejor la primera idea, después de todo? Lo vuelve a comprobar todo otra vez de cabo a rabo, pero sigue sin encontrar mejoras. Entonces echa un vistazo al reloj que lo deja aterrorizado; los apuros de tiempo se avecinan. Justo en ese instante, descubre una tercera posibilidad. Parece bastante buena. La ejecuta rápidamente, pulsa el reloj y ya está listo”
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